30 de noviembre de 2012

La sinceridad


La sinceridad


La sinceridad no es algo que debemos esperar de los demás, sin embargo es un valor que debemos vivir, si queremos tener amigos y ser dignos de confianza.

Para ser sinceros debemos procurar decir siempre la verdad y aunque eso parece muy sencillo, muchas veces cuesta más de lo que pensamos.

Por eso utilizamos las "mentiras piadosas" cuando queremos ocultar cualquier cosa, que para nosotros es una tontería, pero que pensamos que podría hacer daño a la otra persona si se lo dijéramos.

Decimos que esta pequeña mentira, no tiene importancia y que seguramente sería peor si dijésemos la verdad, pero las mentiras con el tiempo se van haciendo más y más grandes, hasta que la verdad se acaba por descubrir ante la sorpresa de aquellos a quienes mentimos. 

La sinceridad no sólo se ve en las palabras, sino que también se muestra por medio de nuestras actitudes. Por ejemplo, cuando aparentamos siempre es para hacer creer a los demás que somos más inteligentes, ricos, educados...que lo que somos en realidad. 

Y cuando se descubre la gran mentira, viene la desilusión, se pierde la confianza en quien mintió y recordamos el refrán, "Dime de qué presumes y te diré que careces".

Lo cierto es que hay veces que para poder ser sincero, se necesita tener mucho "tacto" ya que cuando debemos decirle a una persona la verdad sobre algo y esta verdad puede incomodarla, debemos utilizar las palabras y las expresiones correctas ya que se supone que el propósito es "ayudar" a esa persona y no ofenderla o humillarla.

La sinceridad también requiere valor, por eso muchos justifican las "mentiras piadosas" para no perder o estropear una buena amistad.

La persona sincera siempre dice la verdad, aunque le cueste, o tema perder su reputación, porque piensa que verse sorprendida mintiendo es aún más vergonzoso.

Al ser sinceros aseguramos nuestras amistades, somos más honestos con los demás y a la vez con nosotros mismos, convirtiéndonos en personas dignas de confianza por la autenticidad que hay en nuestra forma de comportarnos y nuestras palabras.

"La sinceridad es un elemento básico, para vivir la vida con auténtica plenitud”.

También hay que recordar que para mentir hay que tener una excelente memoria, porque está te puede llevar por muchos caminos, pero para la verdad sólo hay un destino determinado y un camino único que te lleva a ella; así que la verdad, tarde o temprano sale a la luz.

Que la verdad sea su único camino y la sinceridad su forma de vida...

Hasta la próxima.
Saludos!




23 de noviembre de 2012

Hoy me vi por primera vez


HOY ME VI POR PRIMERA VEZ…

Hoy me detuve en el espejo de mi baño, y vi a una mujer mayor, sin sueños… Con la rutina de toda la vida, y me di cuenta que me levanté 15 minutos más temprano que nunca.

Me había olvidado cuando fugazmente despertaba hace unos pocos años sonriente y me animaba diciendo que ese día sería mejor que el anterior.

Precisamente no recuerdo cuándo cambio esto. Por despertar atrasada, desesperada por el tiempo, por los pendientes, empecé a no ir a los salones de belleza con la misma frecuencia, porque el dinero lo ocupaba para otra buena actividad familiar.

No tengo más de 45 años y me siento de 90; desesperada porque he realizado muchas cosas, pero esas cosas no son los SUEÑOS que tenía antes.

Hoy me desperté 15 minutos antes de mi vieja rutina. Recordé que mi marido tuvo una reunión de trabajo; se fue y ni me avisó. Hoy recordé que mi hijo de 12 años no me obedece; el de 18 años dice que soy ridícula porque no soy hombre como él; y mi hija de 15 años sólo me busca cuando necesita algo.

Estoy segura que todos saben que los amo, pero ¿cómo me pueden valorar si yo no me valoro a mí misma? Por eso, a partir de hoy, seré PRIMERO YO, y lo quiero compartir con ustedes.

Levántense 15 minutos antes, mírense en el espejo y díganse a sí mismas a quien ven. ¿Les gusta esa mujer o desean ser otra? Nunca es tarde para cambiar; tarde sería si mueres.

Ese hoy fue hace dos años, y las cosas cambiaron muchísimo; pero no fue fácil. ¡Por supuesto que no! Me costó levantarme temprano para cepillarme el cabello bien y arreglarme como para ir a trabajar. Renuncié a mi trabajo de 15 años (aún lo extraño) y empecé a ir al gimnasio.

Los primeros meses fueron un fracaso, pero después baje de peso; cambié mi forma de vestir y, hasta mi esposo asombrado, me invitó un día a cenar para preguntarme si nuestro matrimonio continuaba bien o tenía un amante: le dije sin vacilar:

"Sí… Tengo otro amor que me llena completamente… Y ese amor soy yo"; y bueno, qué más puedo decir: soy otra porque pienso ¡PRIMERO SOY YO!

Nos pasa que de pronto un día miramos de reojo una vidriera y vemos una imagen reflejada que no es la nuestra.

Un día nos encontramos recordando a aquella mujer y sentimos que la fuimos sepultando lentamente. 

Presenciamos su lenta agonía… Y no hicimos nada para revivirla.

La pareja, la familia, los hijos… El gato, el perro, el canario… La casa, las compras, el trabajo, el auto, la limpieza, las camas bien tendidas, el orden… Y allí debajo una mujer que grita: ¡Socorro! Que se mueve con amor, con sensibilidad, con vocación, pero que dejó lentamente que todo la supere; y se quedó allí, en ese lugar, viendo pasar la vida de los otros, que se olvidó de sí misma.

Tenemos que revivir a esa mujer y hacer que diga ¡AQUÍ ESTOY! Todos los días.

PRIMERO YO, y no significa que soy egoísta… PRIMERO YO y eso es lo único que importa.

Intentemos recuperar a esa mujer bella que nos hacía sentir seguras. Desterremos culpas; y si el desayuno, el almuerzo, la merienda o la cena se demoran un poco porque nos estamos poniendo guapas, pensemos que ese cuidado a nosotros mismas, esa dedicación, ese amor, serán la medicina mágica que hará que nuestra autoestima crezca.

Si nuestra autoestima no está bien, nada está bien en nuestra vida; y por ello, no dejemos que otros nos desprecien o nos desvaloricen.

PRIMERO YO… Mi vida es una piedra preciosa. Soy la única que puede hacer que se destaque por su brillo… O dejar que se apague para siempre.

Recuerden, la vida está hecha de sueños, de metas por cumplir; así que no hay que dejar que la rutina o la llegada de personas que dependen completamente de nosotros nos impidan cumplir esos sueños que nos hacían levantar cada mañana con una sonrisa. Pensar en nosotros primero no es egoísta, porque al pensar en nosotros, en hacernos felices a nosotros mismos, también hacemos felices a los que nos rodean, porque nuestras familias, nuestros seres queridos, son felices si nos ven bien; entonces tómense unos minutos frente al espejo y háganse la pregunta "¿soy lo que siempre quise ser?" Si no es así, llegó el momento de cambiar. Si es así como siempre se soñaron, ¡felicitaciones! Seguro tuvieron una dura lucha contra el mundo pero nunca se rindieron, aún cuando el camino se hizo más difícil de transitar.
"Cada uno es el protagonista en la historia de su vida", nadie más puede elegir por ustedes, así que es hora de tomar la decisión, seguir adelante o tomar un nuevo camino; sea cual sea la opción que elijan, les deseo a todos mucha felicidad y alegría.

13 de noviembre de 2012

El anillo del rey

El anillo del rey

Hubo una vez un rey que convocó a los sabios de la corte para explicarles algo: "Estoy fabricando un costoso anillo. He conseguido uno de los mejores diamantes del mundo y quiero guardar en él, un mensaje que pueda ayudarme en momentos de extremo peligro. Tiene que ser un mensaje pequeño, de manera que pueda guardarse debajo del diamante en el anillo."

Los sabios de la corte eran grandes eruditos. Podrían haber escrito grandes mensajes, pero escribir uno pequeño sería muy difícil. Pensaron, buscaron en sus libros, pero no podían solucionar el problema.

El rey tenía un siervo muy anciano. Cuando la madre del rey murió, siendo esté muy pequeño, el siervo cuidó de él, por tanto, lo trataba como si fuera su hijo. El rey sentía un inmenso respeto por el anciano, de modo que también lo consultó.

- No soy sabio, erudito, ni un académico, pero conozco el mensaje - le respondió el siervo -. Durante mi larga vida en el palacio, he conocido a muchas personas. En una ocasión, me encontré con un religioso que había sido invitado por tu padre y yo estuve a su servicio.

>> Como gesto de agradecimiento por mis servicios me dio un mensaje. - Entonces el anciano lo escribió en un diminuto papel, lo dobló y se lo dio al rey, diciéndole: - No lo leas ahora, mantenlo guardado en el anillo, sólo debes abrirlo cuando todo lo demás haya fracasado y te encuentres en una situación extrema.

Ese momento no tardó en llegar. El país fue invadido, el rey perdió su reino y tuvo que huir de sus enemigos para salvar su vida. Estaba solo y sus perseguidores eran numerosos, cuando llegó al final del camino, se dio cuenta de que no había salida. Frente a él sólo había un precipicio imposible de cruzar, pensó que había llegado su fin. No podía volver atrás porque sus enemigos estaban ya cerca, tan cerca que podía escuchar el  trotar de sus caballos. No había salida.

De repente, se acordó del anillo. Lo abrió, sacó el papel y allí encontró el mensaje; simplemente decía: << NADA ES PERMANENTE, TODO PASA >> Mientras leía, se dio cuenta de que estaba envuelto en un gran silencio. Los enemigos que lo perseguían deberían haberse perdido en el bosque, porque poco a poco dejó de oír a sus caballos.

El rey se sintió profundamente feliz y agradecido por lo sucedido. Dobló el mensaje y volvió a ponerlo en el anillo. Inmediatamente reunió a sus ejércitos y reconquistó su reino.

El día que entró victorioso al palacio, fue recibido por su pueblo con una gran celebración y quiso que su amado anciano, estuviera a su lado. Éste, aprovechó la oportunidad para decirle: - Vuelve a leer el mensaje.

- ¿Qué quieres decir? - preguntó el rey -. Ahora soy un ganador, la victoria está de mi parte, la gente celebra mi vuelta, no estoy en una situación peligrosa.

- Escucha - dijo el anciano -, este mensaje, también es para momentos como estos. No es sólo para cuando estás derrotado; también es para cuando te sientas victorioso. Es para cuando eres el último; pero también para cuando eres el primero.

El rey abrió el anillo y leyó: << NADA ES PERMANENTE, TODO PASA >> y nuevamente sintió la misma paz, el mismo silencio, en medio de la muchedumbre que celebraba y bailaba, ya no había más orgullo, ni ego, ni arrogancia, todo había desaparecido. El rey comprendió el mensaje y se convirtió en otra persona.

Entonces el anciano le dijo: - Recuerda que todo pasa, nada es permanente. Como el día y la noche, hay momentos de alegría y momentos de tristeza. Acéptalos, como parte de la vida, con toda la humildad.


No creo necesario comentar algo más aparte de la historia, es bien ilustrativa y deja en claro que tanto las cosas buenas como las malas llegan a su final cuando les corresponde; sólo recuerden que es nuestra actitud lo que determina como nos afecta cada situación. 
Que todo sea un gran aprendizaje, que eso es la vida.

7 de noviembre de 2012

Un día a la vez


Un día a la vez

Hay dos días en cada semana en los que no nos debemos preocupar, dos días que se deben guardar libres de miedo y ansiedad.

Uno de esos días es Ayer. Ayer, con sus equivocaciones y pesares, sus faltas y confusiones, sus dolores y tristezas.

Ayer ha pasado para siempre, fuera de nuestro control; y todo el dinero del mundo no podría cambiar ni una cosa que hayamos hecho, ni podemos borrar una palabra. Ayer ya pasó.

El otro día sobre el que no debemos de preocuparnos es Mañana. Mañana, con sus posibles adversarios, sus problemas, sus promesas grandes y sus pequeños logros.

Mañana volverá a salir el sol, ya sea en esplendor o detrás de una máscara de nubes, pero subirá. Hasta que llegue no tenemos parte en mañana, pues aún no ha nacido.

Y solo queda un día: Hoy.

Cualquier hombre puede pelear la batalla de un solo día. Cuando nos cargamos con esas horripilantes eternidades:

Ayer y Mañana, entonces nos derrumbamos. No es la experiencia de hoy que vuelve locos a los hombres, sino la amarga culpa, algo que sucedió ayer, y el miedo de lo que traerá el mañana.

Por eso, concéntrate en el Hoy, porque depende sólo de ti el hacerlo maravilloso y que no se transforme en un Ayer de dolor; y no permitas que se vea opacado por lo que vendrá en el Mañana, porque nadie tiene la certeza absoluta de lo que va a pasar; pero no por eso hay que tenerle miedo, porque si vivimos el Hoy como más nos gustaría, el Mañana sólo nos traerá más placeres y alegrías por las buenas decisiones que van quedando en el Ayer, pero que en un momento fueron el Hoy que decidiste vivir intensamente.